Los ingresos de los hogares pobres están cada vez más lejos de la línea de pobreza. El dato se desprende del último informe del INDEC que había arrojado un incremento de las personas que no acceden a la canasta básica. Esta “brecha”, la distancia entre los ingresos de los hogares pobres y el piso mínimo para poder superar esa condición, llegó al máximo de la era Macri.
Sin embargo, al ver la tasa y la brecha de pobreza, ambas aumentaron, lo que demuestra un empeoramiento fuerte de la calidad de vida de los hogares pobres, tanto que contrarrestaron el efecto que tienen las familias que elevan el ingreso promedio y achican la brecha.
Qué pasó con la indigencia. La tasa de indigencia aumentó casi 3 puntos porcentuales en un año y llegó a un nuevo máximo de los últimos años. A su vez, al ver el dato de la brecha de indigencia, el porcentaje bajó.
“Aquí podría ocurrir que algunos hogares pobres que estaban cerca de la línea de indigencia hayan caído por debajo, provocando mayor heterogeneidad del conjunto de hogares indigentes y alterando la brecha”, explicó Poy.
Qué pasó en los últimos años. Si bien el INDEC discontinuó los datos de pobreza en la época de la intervención “morenista”, el Observatorio de la Deuda Social Argentina (ODSA), dependiente de la UCA, publicó (y sigue publicando) el índice de pobreza y todos los índices que se desprenden de él, incluido el de brecha de pobreza.
Según la UCA, en 2010 la brecha de pobreza era de 35,5% y subió 2 puntos porcentuales en 8 años, al llegar a 37,7% en 2018.
A su vez, en la brecha de indigencia pasó de 31,6% en 2010 a 25,7% en 2018. En 2016, el porcentaje alcanzó un máximo de 38,5%.
Cómo se mide la pobreza. Para saber si un hogar es considerado pobre o no, se comparan sus ingresos con los gastos entendidos como básicos según la cantidad de habitantes, sus edades y sexos. Esos costos se desprenden de la Canasta Básica Total, que incluye pagos de comida, ropa, hogar, transporte, etc.
Cómo se calcula la brecha. Primero se toma en cuenta el ingreso promedio de los hogares que están por debajo de la línea de pobreza. Luego, a ese valor se le resta la canasta básica y el resultado es entendido como la “brecha monetaria”. Por último, para que el resultado sea relativo y no se vea afectado por efecto de la inflación, ese monto es dividido por el monto de la canasta. Así se llega a la brecha porcentual promedio de los hogares pobres.
De qué otras maneras se puede medir la pobreza. Otra opción es medir la pobreza por dimensiones, que analiza qué necesidades básicas están insatisfechas, como acceso a la salud, educación, vestimenta, hogar, cloacas, entre otras.
Según Poy, estas son útiles en tanto están menos influidas por el ciclo económico que las medidas de pobreza monetaria: “En Argentina, las estimaciones en base a la Encuesta de la Deuda Social Argentina muestran una tendencia levemente positiva, ya que el porcentaje de hogares con alguna carencia se redujo de 66,2% a 62,6% entre 2010 y 2018”, explicó el sociólogo.