Más allá de la inflación, la tasa de interés de los créditos osciló inicialmente en torno del 5% con un plazo mínimo de un año.
Si de buenas noticias se trató, 2016 estuvo lleno de ellas. A mediados de año, finalizando el primer semestre el Gobierno anunció un nuevo blanqueo de capitales en dólares y en pesos con una alícuota general del 10%. Con el ingreso de dinero al mercado, el sector de bienes raíces tuvo otro empujón para terminar un año más que alentador.
Si bien los créditos hipotecarios empezaron a funcionar de manera pausada, ya para fines de año la cantidad de tomadores de hipotecas se duplicaban y los bancos celebraban este nuevo sistema.
Otro año
El 2017 fue sin dudas el mejor año para el sector inmobiliario desde 2011. En todo este año se labraron 63.382 escrituras, lo que representó un 40,9% más que 2016 y se situó apenas debajo de las 64.039 operaciones de 2011, antes de la instauración del cepo cambiario.
La irrupción del crédito hipotecario en el año electoral fue un factor dinamizador tanto para la construcción como para la venta de viviendas nuevas y usadas. Las operaciones con préstamo para la vivienda se expandieron 167,3% en número, y 212,5% en valor, siempre en el cotejo interanual.
Fue durante 2017, año electoral y determinante para el Gobierno de Mauricio Macri, que se relanzó la línea de créditos UVA.
Estas nuevas hipotecas eran a 30 años y ajustables por inflación. Si bien en un principio los ofrecían el Banco Ciudad, el Nación y el Provincia, los privados pronto sumaron estos créditos a su cartera de oferta. La tasa de interés comenzó siendo del 5%, pero rápidamente ese número fue ascendiendo, haciendo que los créditos sean menos atractivos para los tomadores de créditos.
El 2017 cerró con una inflación del 25%, ocho puntos por encima de la meta oficial, lo que ya generó un mal estar en los tomadores de créditos y en el sector en general que comenzó a estar en alerta por lo que se vendrá.